Para finalizar la trilogía de los colores donde las 2 anteriores son Bleu y Blanc traemos hoy Rouge o en otras palabras la forma de terminar de enamorarnos de la obra de Kieślowski.
Valentine es una mujer que vive entre los problemas de su familia y la obsesión posesiva de su pareja, a quienes nunca vemos ya que todas sus conversaciones son por teléfono. Un día, atropella a una perra con dueño y gracias al pequeño detalle de tener anotada la dirección del mismo, logra encontrarse con Richter, un juez jubilado que pasa sus días en soledad e interviniendo las llamadas de sus vecinos. En su primera visita, este hombre se presenta como agrio y totalmente reacio a establecer cualquier tipo de contacto con la sociedad. Hasta niega volver a recibir a su mascota, siendo Valentine quien pasará a tener responsabilidad de ella.
A partir de acá, uno cree que la película va a seguir su rumbo hacia otro lado, hasta que un día saca a pasear a Rita -la perra-, y se escapa hacia su ex hogar. Al reencontrarse ambos, ella cuenta que los 600 francos que el le había enviado -haciendo énfasis sobre como consiguió su dirección- habían sido exagerados ya que la visita a la veterinaria había solo de 130. En el momento en el que él ingresa a su domicilio para buscar cambio, ella lo sigue y descubre la actividad del ex juez.
A partir de esta escena, su trato empieza a crecer poco a poco hasta lograr una hermosa relación. Paralelamente a esta historia, se cuenta la vida de un futuro juez -valga la redundancia-, el cual termina compartiendo detalles con el pasado de Richter, siendo un gran recurso para hacer que gane mas fuerza su personaje y dar potencia a la total aleatoriedad que es la vida en cuanto a las diminutas decisiones que tomamos y pueden bastar para que esta cambie.
Esperamos que hayan disfrutado de la trilogía y perdón por la demora en la ultima entrega.
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