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The Reflecting Skin [1990]


Philip Ridley I Gran Bretaña/Canadá I 95 min I 1990. Si hay un terror que me fascina es aquel que toca de oído, que fabula más de lo que muestra, que rodea la escena como un forense distraído sin saber bien qué es lo que está pasando. Y The Reflecting Skin es justamente ese. El que no parece terror y casi no asusta pero igual nos hace vivir todo como una pesadilla que después de ser sepultada bajo la pantalla negra continúa generando sensaciones extrañas en la cabeza.

La historia va de un niño llamado Seth que vive en los años 50s en el medio del campo junto a una madre pasada de nervios y un padre atormentado al que la comunidad lo acusa de pedófilo por haber sido descubierto tiempo atrás junto a un joven de 17 años. Los secretos se extienden sobre el paisaje y aunque los campos de maíz resplandezcan amarillentos como en Days of Heaven (1978), esto está muy lejos del bucolismo poético de Terrence Mallick. Casas de madera con pisos que rechinan, herrumbre recubriendo desperdicios, personas olvidadas sobreviviendo de las migajas que les deja el recuerdo. Esto es oscuro, sórdido; y a su modo, también trascendental. Así, desde la inocencia turbulenta de Seth vamos accediendo a un universo siniestro donde un padre tapa lamentos bañándose en nafta, un amiguito aparece muerto en un granero y una vecina divaga en soledad mientras se jacta de que es una vampira. El guionista y director inglés Philip Ridley nunca recurre a lo sobrenatural ni busca explicar nada. Nos coloca en el punto de vista de un nene de 9 años y nos hace tambalear el pensamiento con un desfile de personajes miserables y secuencias que circulan como balbuceos susurrados en un teléfono descompuesto.


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