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Tetsuo: The Iron Man [1989]



Shinya Tsukamoto I Japón I 67 min I 1989.


En tu vida vas a ver algo semejante. Puro afecto. Puro estímulo. Puro ruido. Pura hiperquinesis cyberpunk de alto vuelo. Por lo retorcida que es, de la trama no hay mucho que se pueda decir sin caer en supuestos erróneos. Arranca con un tipo que primero se clava un cuchillo en el muslo, luego se introduce un cable de metal en la herida y shockeado al observar parásitos en la elasticidad de su carne, sale corriendo a la calle para terminar siendo atropellado por un auto. A partir de ahí a quien suponemos que es el conductor le empiezan a brotar una serie de protuberancias metálicas que no paran de crecer y multiplicarse y expandirse hasta casi terminar deglutiendo lo poco de humano que le queda.


Con dos mangos y una ambición desacatada en lo que respecta a la cantidad de recursos visuales, sonoros y de montaje que se van sucediendo como fogonazos por nuestros iris, Shinya Tsukamoto parece que -medio en ácido, medio ebrio- metió los dedos en el enchufe y le salió esto. Una mutación extrañísima entre el más grotesco body-horror, la aceleración sin escalas del anime y la libertad anárquica del cine experimental. En la Tokyo de Tetsuo todo está hipersaturado, hipervigilado, hipersexuado, y todo puedo estarlo todavía más. No hay plano que no vibre en busca de la trascendencia. Son como mil orgasmos cinéticos, uno detrás del otro, que podrían seguir y seguir y seguir infinitamente sin alcanzar jamás la satisfacción plena. Una sed post-indutrial que no la frena ni la sangre humana ni una sobredosis de electrones. Digamos que si Crash de Cronenberg es fantasía elegante y controlada sobre acero brillante y suntuoso, Tetsuo es desborde carnal alrededor de cablerío infinito y chatarra rugosa. Una película única en su especie, absolutamente imposible de realizarse hoy en día.



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