A diferencia de sus dos primeras entregas, en el cierre de la trilogía de la venganza, el director Park Chan-wook pone como eje de la tragedia a una mujer.
Lee Geum-ja comienza atravesando una condena que combustiona gracias a lo que los medios deciden moldear como realidad, haciendo que la película cuente con un inconsciente futuro al de una época donde la posverdad ya es una moneda que cotiza alto -cómo toda herramienta que alimenta a este engendro diario-.
Cómo en Sympathy For Mr Vengeance y Oldboy, el director logra poner en juego todas las ideas que se le cruzan por delante para ayudar a crear este universo tan fétido como cínico en el que la moral logra disolverse escena tras escena. Lady Vengeance sale a recorrer las dos horas de metraje en búsqueda de todos los accesorios necesarios para poder llevar a cabo su sanguinario festín final, mientras explora los limites de lo social desde su lugar más macabro.
Si el comienzo de siglo fue un confuso cambio de formas que llevo a crear injertos horribles, Park Chan-wook nos dejó una herida de época la que hasta día de hoy sigue cicatrizando.
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