Kirby Dick I Estados Unidos I 90 min I 1997
Advertencia: no apto para gente coprofóbica, hemofóbica y fácil de impresionar.
Sick: The Life and Death of Bob Flanagan, Supermasochist debe ser uno de los documentales más extraños y conmovedores por igual. Un documental que trae por defecto material de sobra para que se te pegue a la médula. Y no es para menos, el núcleo duro es un ser humano que ha expandido los límites de la cordura, tensándolos hasta confundirlo con un alienígena. Hablamos de un supermasoquista. Hablamos del artista Bob Flanagan.
Viendo sus performance ya intuimos algo: su organismo y lo que hace con él, es de un hipnotismo sin igual. Él como personalidad lo es. Ya de por sí la práctica del sadomasoquismo reúne extremos de placer y dolor en un solo gesto. Su cuerpo adquiere la materialidad de un plástico renovable al que la cámara no puede dejar de contemplar. Primerísimos primeros planos de un clavo martillado en su glande. Bofetadas de su dominatrix Sheere Rose. Una bola de acero introducida en su ano. Cicatrices, mucosa, fluídos. El cuerpo de Flanagan es un carnaval fascinante y reversible. O mejor dicho, es fascinante porque es reversible y uno aunque quisiéramos no podemos dejar de mirarlo.
Sin embargo (y por suerte), el documental va más allá de su superficie cárnica y su historia como portador de la fibrosis cística para mostrar otros estados de ánimo del performer a medida que se acerca a su lecho de muerte. La negativa de un Flanagan cansado, dolorido, harto frente a la insistencia de su compañera por infringirle dolor como obsequio de cumpleaños se torna insoportable y da comienzo al lento fade out que terminará en la cama del hospital. Esas emociones puras de alguien que siempre tuvo a la muerte como escolta y que ahora al tenerla en frente, a centímetros, puede sentir el peso de la existencia en toda su amplitud, esas emociones que desprende el protagonista hacia el final, son las que hacen trascender y elevan al documental de la mera fascinación pornográfica.
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