Danny Boyle I Gran Bretaña | 89 min I 1994.
Antes de que Trainspotting sea el ícono de los 90s que todos conocemos; antes de que el nombre de Danny Boyle circule en todo top ten de Taringa! que lleve la palabra culto y drogas en la misma línea; antes de que su carrera despegue y en el mismo movimiento se malgaste (no sé si nos engañó o qué pero nunca pudo alcanzar jamás la popularidad de esa obra que drenó en un jeringazo la escoria de la escoria escocesa con más irreverencia que miserabilismo). Antes de todo eso, Boyle se mandó un primer largometraje donde la historia podrá ser fotocopia vieja: tres amigos, un cadáver y un maletín lleno de dinero; pero el estilo despreocupado con que enmascara la más absoluta morbidez son un hallazgo.
De lo alto a lo bajo, de una voz en off con lirismo poético a un serrucho rajando el hueso de un muerto. Del thriller solemne a lo Agatha Christie a la paranoia claustrofóbica de tres roomates que bien podrían formar parte de una versión british de Friends. Del suspenso de entrecasa hitchockiano a la música rave y falopera de los subsuelos de Edimburgo. Boyle entrecruza sin asco los géneros, los disloca. Vuelve risible lo imposible mientras cronometra el ritmo acelerado de la trama como lo que siempre fue: un profesor de educación física con espíritu punk.
¿Qué se hace entonces cuando la confianza que ata una amistad se quiebra? ¿Puede la ambición alterar la personalidad de uno hasta rasar lo inmoral? El Gollum respondería que sí y su soledad lo reafirma. Ewan McGregor, Kerry Fox y Christopher Eccleston también tiene una respuesta, lástima que algo manchada de sangre.
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