Secretary [2002]

Steven Shainberg | Estados Unidos | 2002 | 111 min

Ella sale de una institución psiquiátrica y busca incorporarse en la sociedad buscando un

trabajo, y lo encuentra en un anuncio en un periódico en la basura: un abogado busca

secretaria. Basada en el cuento Bad Behaviour, de Mary Gaitskill, Secretary empieza con una Maggie Gyllenhaal que le da vida (y un poco de muerte) a una joven que un día se pasó con las autolesiones y terminó internada.

Lee Holloway regresa a su familia disfuncional con un padre borracho y a su novio aburrido;

regresa a su prolija cajita de elementos cortantes con forma de objetos de su infancia -un

cúmulo de amuletos llenos de glitter en una cajita de Juliana autolesiones- y grita con la

forma de un tajo y alza su voz delineada por un caminito de sangre en sus muslos mientras

su hermana, recién casada, saluda desde el auto.

Pero el abogado Edward Gray la salva contratándola como secretaria: “morirá de

aburrimiento”-le advertirá. “quiero estar aburrida”-le responderá ella. James Spader hace honor una vez más a su papel de rarito sexual, como ya lo hizo en Crash (Cronenberg) y Sex, Lies and Videotape (Soderbergh), entre otras.

Entre despistes, retos y humillaciones que empiezan a tantear el terreno del deseo, él descubre los cortes en su pierna y la cosa cambia: ella se degrada, él se conmueve. Ella oscila entre el autodesprecio y la desesperación por un límite físico: él la libera. El amor y sus contradicciones, el amor entre dos personajes que logran liberarse de todo el

peso del dolor de cada uno soltando e infligiéndose dolor, el amor abrazando esas contradicciones como una virtud.

Una película donde el género romántico no es para nada pasivo, en todo caso se corre del deseo regido por la norma para darle un azote a las convenciones. Y, como si fuera poco, suena Leonard Cohen.

Nota: si en la posterior 50 Sombras de Gray hay un homenaje a Secretary en el personaje de Gray, el guiño nace y muere únicamente en ese dato. Y mejor que así sea.

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