Jörg Buttgereit I Alemania I 65 min I 1993
Retrato de un serialkiller o de un impotente; o de las dos si acá son lo mismo. Las películas de Jörg Buttgereit son como baratijas malditas a punto de reventar de valor afectivo. Cine underground, suciedad, gore berreta, pero insuflado con melodrama puro y duro del que, quien te dice, en un universo paralelo, el propio Douglas Sirk tal vez podría haber avalado. Tal vez.
El personaje de Schramm bien podía ser otro de los lesionados espirituales de Der Todesking (1990). Un ex taxista rengo, antisocial, que ha echado panza y sacía las fantasías que le despierta su vecina prostituta con el hule de una muñeca inflable. Schramm es un mundo que grita paja y destrucción. Sangre, semen y muerte. Vaginas dentadas comiéndose las pesadillas de un fracasado. Buttgereit mira la realidad de forma dislocada, A través de un vidrio hecho trizas, reventado en mil pedazos, encuentra la manera de meterse en la mente enferma de un hombre ordinario. Uno que mira el mundo como nos lo hace ver el director: como un monstruo con las piernas donde van las orejas, los brazos donde va la panza y la cabeza donde va la pija.
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