Escribió Federico Paoloni
El cine de Sean Baker tiene una forma muy particular de mostrar las vivencias americanas. Si hay algo que demostró con Tangerine y The Florida Project, es que sus personajes, a pesar de las adversidades que atraviesan, no buscan la compasión del espectador ni inspiran solemnidad únicamente. Por el contrario, son personajes complejos con los que lo formidable y lo desagradable se entrelazan de manera tan perfecta que finalmente lo que produce empatía quizás es lo real que suscitan. Por supuesto que Red Rocket no es la excepción. Con una trama por momentos liviana y divertida, la peli nos relata las idas y venidas que atraviesa Mikey -Simon Rex- para poder retomar su trabajo como actor porno. El retorno a Texas City luego de años viviendo en Los Ángeles, el reencuentro con su ex esposa y el flechazo que le despierta una joven del pueblo nos embarcarán en el relato de un protagonista hundido en el desahucio y la miseria, que sobrelleva su situación y busca salir adelante con tintes cómicos y grotescos. Los espacios intersticiales y marginales que refleja la película constituyen la disección de la cultura estadounidense que a Baker tanto le obsesiona. Carreteras, estaciones de servicio, senderos al costado de la ruta, pueblos pequeños y barrios populares son algunos de los enclaves que hacen a los escenarios de la película, un lado B del Estados Unidos más profundo representado a partir de una comedia ácida con tintes dramáticos -o viceversa- que sin dudas sigue siendo novedoso. Una historia muy valiosa y necesaria en una agenda que no deja de demostrarnos que los matices en la ficción parecen haber sido exterminados por completo.
Comments