Para Rebecca, Hitchcock combina muchos de sus fuertes para lograr una película más que completa. Manipulación, juegos de dominación y los espectros que acompañan una historia maldita.
La película comienza con un coqueteo heterosexual que pareciera indicar que nos enfrentamos a un melodrama para luego derivar en una muerte y su misterio pero, en este caso, se le suma toda la carga fantasmagórica del duelo, sosteniéndose en la figura de la señora Danvers, ejecutada por una espeluznante Judith Anderson.
La historia para tratar los temas mencionados, se centra en Rebecca, interpretada por Joan Fontaine, que es la encargada de llevar el ritmo del drama con su inocente sensibilidad y Mr De Winter, interpretado por Laurence Olivier, un millonario y manipulador quien le pide compromiso a ella en un fugaz paso por Francia, para luego trasladarse toda la película en Inglaterra.
El nivel constante de tensión e incomodidad en las dos horas que dura es hermoso y, los diálogos en el cenit del concubinato cuando van atándose todos los cabos sueltos deben encontrarse en el olimpo de la escritura fílmica.
Lo que se diría verdaderamente un thriller psicológico antes de que a todo se lo llamara así por pereza intelectual y si no, comparen con la remake totalmente vacía publicada en Netflix hace algunos meses.
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