Jerzy Kawalerowicz I Polonia I 97 min I 1959.
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La contorsión de la cámara para encuadrar y moverse en ese tren atestado de gente es de otro planeta. Pocas veces vi que una única locación sea explotada tan al máximo como acá. Jerzy Kawalerowicz angula y contrapica como los dioses. Agranda el interior del vagón al duplicar cuerpos en ventanas y espejos. Reinventa los camarotes las veces que quiere con un juego de luces soberbio y expresionista. Mete un recurso tras otro sin perder de vista jamás el suspenso a cocción lenta de la trama criminal.
Con un puñado de elementos Jerzy Kawalerowicz hace una de las mejores películas a bordo de un tren. Apenas un asesino suelto en los pasillos del transporte y el encuentro casual entre dos pasajeros que deben compartir la noche juntes en una de las cabinas arman las bases de una historia que pensándolo apresuradamente, pudo haber surgido tranquilamente de entre los puntos neurálgicos de Hitchcock. Sin embargo, esto es la post guerra, y es Europa del Este, y un tren en la cultura Polaca es más que un tren: es el símbolo por excelencia del horror nazi. Esa pátina de oscuridad es lo que recubre a los personajes, lo que sumerge en la negrura de la noche al conjunto de vagones, y es también lo que desvía a Pociag del típico policial de encierro.
Pociag es de las mejores películas del Holocausto sin hablar en ningún momento del Holocausto. Un thriller metafísico y de tensión sexual puntuado con una banda sonora de esas que se te pegan a la médula y que bien la podría haber compuesto el bueno de Badalementi.
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