Peter Weir I Australia I 1975 I 117 min
Los 70 en Australia. Década de oro de un cine que se volvía sobre sí para reflexionar sobre el estrato histórico en el que se apoya la isla. La idea de progreso vs lo sagrado de la naturaleza como dos partículas en constante enfrentamiento es una de las claves que investigó la Australian New Wave (acompañado por la emergencia del Ozplotaition, obvio) y Peter Weir fue uno de sus máximos exponentes.
Hay algo muy lovecraftiano en Picnic at Hangin Rock. Situada a comienzos de 1900, estudiantes mujeres de un colegio pupilo se preparan para una tarde de picnic en el día de San Valentín. La supervisión es absoluta. La conducta, medida, justa. Weir muestra rápidamente como la institución marca, contornea y delimita las formas en que esas chicas deben comportarse. El orden es total. Sin embargo, durante esa excursión un grupo de ellas ingresa al interior de unas rocas prohibidas y desaparecen sin dejar rastro. Emerge el caos y el horror empieza a tomar forma. Mientras, la cámara alucina de tanto en tanto con el paisaje, como si una fuerza oculta tironease para deformar la realidad. Es que justamente de eso se trata la película. De desmantelar lo adoctrinado con una energía sobrenatural. El cuerpo virginal de las jóvenes, sus vestidos blancos como calas al sol, las travesuras silenciosas: todo un relato que habla de un autodescubrimiento. Una coming-age distorsionada, lentamente sumergida en un pantano de horror-folk.
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