Matthew Saville l Australia l 2007 l 108 min.
Arranca como un thriller oscurísimo con el homicidio de una decena de pasajeros en el vagón de un subte. Luminarias frías, tungsteno azul y todo ese ambiente que podría pertenecer a cualquier otra ciudad del planeta. Lo genial -o lo arriesgado- es que en vez de seguir paso a paso la investigación del siniestro para terminar en la puerta de la casa del asesino, la película elige desplazarse del típico policial para retratar el día a día de un policía pirincho, medio inepto, medio incapaz, medio boluda, que tiene la orden de hacer guardia adentro de una caravana (una especie de Sam Rockwell en Three Billboards of Missouri). Esto no significa que el incidente en el subterráneo se abandone por completo. Es más como si ese homicidio instalase un estado de tensión permanente que de tanto en tanto libera descargas eléctricas en la rutina de este vigilante nocturno.
Así van circulando personajes a su alrededor con comentarios misteriosos, le llegan amenazas, posibles sospechas de un caso que no lo involucra del todo, lo que arma en el aire la sensación constante de que algo malo está siempre a punto de ocurrir. Noise: un drama hecho y derecho entre sirenas azulgrana y una luna insomne.
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