Lo que en Nosferatu de Murnau se nos mostraba como monstruoso, en Martin de Romero se nos muestra humanamente. Y no lo digo como categorización positiva si no como algo totalmente opuesto.
Esta historia nos muestra la vida de un joven vampiro que se va a vivir a lo de su viejo y supersticioso tío, quien es un vehículo de la película para no hacernos olvidar de nada del género.
Martin es un solitario ser que deambula por las calles de Pennsylvania escurriéndose como cualquier ser humano más mientras en la ciudad de al lado comete una atrocidad tras otra.
Este largometraje se podría describir como uno de los títulos que flotan sobre la mesosfera del director neoyorquino quien, en el transcurso de su vida, no dejó de alimentar a uno de los géneros con mayor corazón que existen como lo es el horror.
Martin, en otras palabras, es como si Only Lovers Left Alive y Nosferatu, eine Symphonie des Grauens se dieran la mano.
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