Lukas Moodysson I Suecia I 109 min I 2002.
Liljah 4-Ever es de esas películas que se te quedan pegadas en la médula y tardan en decantar. Tiene todo para ser una historia de golpes bajos. Es deceptiva, es trágica, ultra drámatica y así y todo, la construcción del personaje y una simpatía única que nos hace escoltarla como un ángel, la convierten en una experiencia hermosa. Siempre pienso que si la hubiese enganchado algunos unos años atrás, mi tumblr estaría plagado de gifs e imágenes de ella. Lilja escapando. Lilja llorando. Lilja riendo. Lilja fumando un pucho. Lilja jalando pegamento. Lilja en la terraza, Lilja en el puente.
La película de Lukas Moodysson tiene la energía de una montaña rusa que va en constante caída libre y nunca se detiene. No te choca, te pasa por encima, hace reversa y te vuelve a pisar. Acá lo que está mal, está condenado a ser peor. Es una sensación, lo sentimos. La vemos reírse con sus amigos y disfrutar una supuesta despreocupación adolescente, pero de fondo escuchamos los rugidos de la tormenta. 16 años, sola, pobre, en alguna ciudad derruida de la Europa del Este post sovietica. De entrada sabemos que no hay nada en ese universo atestado de dolor capaz salvarla. Por eso, no me entra en la cabeza como de una historia tan turbia, por lo depresiva e hiperrealista, su director consigue rescatar en Lilja sus sueños, su brillo, su sonrisa. Instantes únicos de belleza que la desprenden y la hacen sobrevolar ese mundo hostil como alguien que nunca mereció haber estado ahí.
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