Claude Chabrol I Francia I 111 min I 1995
Una ceremonia que se va cociendo a fuego lento en el corazón de la casona de unos burgueses. La música clásica de unos tapa el analfabetismo de los otros. La historia harta conocida del rico deshumanizando al pobre que le limpia, le cocina y le ordena el hábitat innatural para que éste siga disfrutando su ocio, pero con una leve maniobra que da vuelta de un sacudón sanguinario la tortilla. Así, el naturalismo conciso de Chabrol regula la hornalla manteniéndola siempre al mínimo -de intensidad, de información- para no levantar sospechas antes del impecable final. Un final que se avecina entre gestos y mirada, pero cuando pisa fuerte, lo hace en serio, como la pisada de un gigante vengativo. De Isabelle Huppert y Sandrine Bonnaire no hay mucho que pueda decir sin quedarme corto. Juntas están a otro nivel. No quiero decir que se complementan, como si una fuese la pieza faltante de la otra. Más bien, es como que el silencio de una y la expresividad de la otra parecen funcionar como dos discos girando en sentido inverso que en algún momento -en un destello- llegan a revelar exactamente la misma melodía. Una color rojo sangre que suena a digno resentimiento y justicia por mano propia.
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