La metrópolis neoyorquina con sus luminarias insomnes y sus pantallas encendidas las 24 horas del día alumbran los ojos de un Robert Pattinson despreciable y amoral, muy lejos de la inmortalidad romántica que supo tener en Crepúsculo y cercano a una de las mejores actuaciones de su carrera. Connie es un personaje despreciable, con pocas luces. Actúa como un gamer impulsivo y equívoco que a cada nivel superado recae en un problema mayor. Es el protagonista y centro de un espiral descendente que dura tan solo día pero por la cantidad de secuencias que ocurren, y gracias a una música electrónica que prácticamente te lleva puesto haciendo que pasemos por alto varias inverosimilitudes, parece que ha transcurrido una semana entera. Good Time es urgente como Run Lola Run, pero sin metafísica y con mucho pesimismo social.
Los hermanos Safdie despliegan un armamento visual amplio que va desde una imagen granulada y retro, hasta el uso del teleobjetivo y el zoom, -éste último recurso reciclado directamente de esos programas de persecuciones policiales-. De este modo, no solo se suman a la lista de cineastas malditos que filmaron las alcantarillas de Nueva York como el Abel Ferrara de Bad Lieutenant o el Martin Scorsese de Mean Streets y Taxi Driver sino que también recuperan parte su estética. Eso sí: acá no hay espacio para redenciones, solo un game over brusco y frío como una luz de neón que justo acaba de apagarse.
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