Jim Jarmusch I Estados Unidos I 108 min I 2016.
La relación de Jim Jarmusch con la música es un hecho cinematográficamente comprobado tanto como su vínculo con Iggy Pop a quien se lo puede ver actuar en dos de sus películas: Dead Man (1995) y Coffee and Cigarrettes (2003). No es de extrañar entonces que se le haya encomendado justo a él la realización de este documental basado en The Stooges, aquella banda salvaje y autodestructiva de Detroit que vino a limpiarse el culo con las flores que sembraba el hipismo a fines de los sesenta en California.
El hilo conductor son los testimonios. Las anécdotas sobre esos años de sexo, droga y rock and roll se intercalan con videos de sus actuaciones en vivo y escenas recreadas en animación. Jarmusch ya había incursionado en el mundo de la no-ficcion con Year of the Horse (1997), extraño registro en super 8 y 18mm de una serie de tours de Neil Young y los Crazy Horse. Pero acá el cineasta esconde cualquier atisbo que evidencie su autoría para cederle casi por completo el micrófono a Jim Osterberg -verdadero nombre de la Iguana.
¿Cómo explicar la rabia e irreverencia de lo que después se llamó punk sin tener idea de que antes hubo un loco que se cortaba con vidrio en pleno escenario, que se tiraba de cabeza al público, que en cada recital rebotaba y se movía como si hubiese masticado metros y metros de cable pelado?
¿Cómo hablar de The Stooges sin centrarse en su frontman y esa energía redentora que emanaba desde lo más profundo de su carne?
“No quiero pertenecer a la gente glamorosa, ni a la gente del hip-hop, ni a la de la tele, ni a la gente alternativa. No quiero ser punk, solo quiero ser” dispara Iggy como para quede claro que su piel no tolera etiquetas.
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