Den Skyldige [2018]

Gustav Möller I Dinamarca I 2018 I 85 min

Si hay un formato que requiere un laburo de guion particular son aquellas películas en las que toda la fuerza dramática queda concentrada a una única locación. En este sentido, The Rope de Alfred Hitchcock es paradigmática. Den Skyldige sin embargo no va sobre un departamente y un crimen que flota en el aire. Tampoco tiene esa asfixia –o no tan física- como lo tiene Buried, la del camionero estadounidense que queda atrapado bajo tierra. Sí encuentra tal vez semejanza con Locke, donde Tom Hardy atravesaba una autopista a bordo de su auto con el manos libres encendido y una seguidilla de llamadas que ponían en jaque su matrimonio. Acá la cacerola donde se cocina el pánico, es y no una sala de llamadas de emergencia. El operario telefónico es alguien que no eligió estar ahí, sino que de alguna manera, el rol que le toca, es decir, ser la voz del 911 es un castigo. Una (mala) acción en el pasado cercano lo llevo a ese lugar y lo que los 85 minutos con la carótida a puro latido hacen es ofrecerle una redención.

No hay mucha vuelta. A los 2 o 3 minutos, hay un llamado. Una mujer que dice estar secuestrada por su marido yendo a no sé dónde y con sus hijos pequeños abandonados en su casa. La conversación de entrada maneja adrenalina. La voz que llama está desesperada y nuestro protagonista tiene como obligación calmarla, sacarla data para poder ayudarla. No sé como lo consigue, pero la película no baja un cambio en ningún segundo y cuando parece que lo evidente no puede esconderse, una vuelta de tuerca en la trama aprieta, exhala y cambia las cosas como un torniquete más en una hemorragia descontrolada. El terror circula inalámbricamente. Uno puede rearmar en su cabeza todo lo que ocurre fuera del teléfono, más allá del rostro absorto del operario. Den Skyldige es una clase magistral de fuera de campo, es una escucha paranoide en 360° que termina con un final preciso, matemático. Un cálculo frío que se silencia frente a un horror inevitable.

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