Demonlover
Olivier Assayas | Francia | 2002 |121 min
Demonlover se siente como si una especie oriunda del futuro cayera a nuestra planeta y tomase con una pinza médica una muestra random de la superficie del siglo XXI. O más que superficie, de las profundidades que rondan y generan éste particular estado de época. La contemporaneidad globalizada nunca fue filmada tan hipnóticamente como por el ojo de Olivier Assayas. La sensación éterea, casi abstracta, con la que accedemos a la realidad. La intermitencia y el no-lugar como marca del nuevo milenio. Internet como ese espectro capaz de borrar los bordes del mundo para ponerlo a flotar.
A grandes rasgos todo parte de un universo etéreo donde las corporaciones picotean en varios lados sin estar en uno en concreto mientras que el tiempo se dilata o se reduce por efecto del jet lag. La cosa va de una multinacional que busca adquirir los derechos de distribución mundial de un hentai en CGI lo que exige una serie de reuniones con representantes japoneses. Eso sería lo capa superior, lo que iría en mayúscula. Porque después, por debajo, todo se pone ultra deep, turbio, turbio, bien feo. Enredos a lo Hitchcock, contratación y ejecución de espías, homicidios en el baño de un avión, sangre en la alfombra de una suite, un sitio web con jóvenes siendo violadas y violentadas frente a una cámara en vivo, por mencionar algo.
Con un pie semiapoyado en la ciencia ficción, acá se muestra cómo actúa con carpuza el lado oscuro del capitalismo. Como la tecnología cibernética puede ser usada como arma y como, una pantalla puede ser una hoja afilada que separa y a la vez, refleja lo real de lo virtual volviéndolas indistinguibles entre sí.
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