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Aguirre, der Zorn Gottes (1972)


Werner Herzog I Alemania | 94 min I 1972. De esas películas en las que resulta imposible desprenderse de los métodos de producción. Herzog se embarca en una obra tan ambiciosa y riesgosa como el espíritu del propio Aguirre. La naturaleza es un animal salvaje, inquebrantable. El río amazónico mana rabioso. Los personajes navegan al bordo de unas balsas de madera rudimentarias. Todo es silencio y contemplación pero el peligro se sigue viviendo panorámicamente. Se siente en la imagen y detrás de ella. La balsa tambalea, al agua salpica y no dejamos de pensar en la cámara, en el equipo que está detrás de la otra aventura: la realización de la película, algo que termina volviéndose tan importante como el acontecimiento histórico en sí.


Está claro entonces que Herzog no tiene la más mínima intención de alcanzar una narración cerrada, mítica, que reproduzca los hechos con la épica estática de un cuadro colgado, sino todo lo contrario. Está constantemente quitándole toda solemnidad a la aventura. Por un lado, filma el Amazonas con una mirada sublime, romántica, con secuencias tan hermosas que darían envidia a cualquier documental científico; y por el otro, sus personajes rozan la ridiculez. Son miserables y torpes. Están lejos de todo heroísmo. Se traicionan entre sí y quien los guía no es más que un enano tirano enceguecido por una riqueza que jamás va a encontrar. Aguirre se caga en la corona española y va por todo o nada. Si tiene que matar a los suyos a sangre fría ni un problema. Avanza solo contra todos y en el mientras tanto, no parece irle nada mal. La codicia y la locura pueden hacer del hombre alguien muy fuerte. Y ahí va Aguirre, rodeado de cadáveres y monitos como un Noé medieval, obstinado, testarudo, siempre en el centro de la imagen como el eje defectuoso de una brújula fallada.


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