F. J. Ossang I Francia I 99 min I 2017
No sorprendería para nada que alguien ose en tildarla de pretenciosa. Al fin y al cabo, el binomio: monocromatismo + diálogos existencialistas de alto vuelto que reflexionan trasnochados sobre el no future de la humanidad, podrían -en el panorama del cine actual- justificar tal acusación. Eso no implica que no sea una película fascinante. De hecho, como todo lo del francés, su mayor logro está en su rareza y esa pulsión punk de cortarse solo, errante, a dónde sea que lo lleve el viento, pero sin perder jamás de vista su pasado. Como un cineasta fantasma, Ossang aparece de tanto en tanto y cuando lo hace, exhala además de su particular aliento, espectros de un cine muerto. Partículas flotantes que llevan nombres como Murnau y Dreyer.
Volviendo 9 Doigst, la película es asimismo una errancia a ninguna parte. Lo que inicia como un noir clásico, con una primera escena de una persecución que deja reverberando en sus túneles y sombras a The Third Man va abandonar rápidamente la claustrofobia terrestre para irse a mudar al medio del mar. A partir de ahí, lo que supone ser un viaje a las costas de Chile se convierte en una deriva psicótica, sin rumbo, con paranoia radioactiva incluida a través de un océano que bien podría ser el mismo infierno.
Sean entonces bienvenidos al fatalismo claroscuro de F. J. Ossang.
Comments